
El sentido de la Educación
Mientras atravesamos una aparente crisis en educación es momento de cuestionarse qué estamos enseñando. No se trata de ir por ir a clases y titularse. La educación debería conectarse con el mundo del trabajo y la vida real.
El pasado lunes 19 CIPER publicó una columna “Por qué se produce deserción escolar (y cómo evitarla)” intentando explicar la crisis que afecta el sistema escolar y universitario, y cuyo efecto es especialmente visible en la deserción, que hoy está en un 40% del total de estudiantes. El texto arrojaba datos muy interesantes sobre algunas de las causas que podrían explicar esta situación, y que ciertamente no son agencia solo de la pandemia. Existen condiciones materiales y sociales en todo Sudamérica que explican en parte los números. Citando los factores que apuntaba CEPAL «factores como la relativización de la importancia de la asistencia por parte de las familias, la flexibilización de las exigencias de asistencia por parte de los establecimientos educativos, una mayor precarización y vulnerabilidad de los hogares y más casos de niñas, niños y adolescentes que han tenido que asumir tareas de cuidado» podemos ver cómo, aun cuando no existiera el COVID, existen problemas estructurales.
En este escenario cabe cuestionarse qué estamos enseñando, por qué nos seguimos preocupando tanto de la titulación si eso no significa nada por sí mismo. No se trata de ir por ir a clases y titularse. La educación debería tener un sentido. El mercado laboral es importante porque es el escenario de la vida real, desprovista de simulacros para el que la gran mayoría se prepara estudiando. Ante un mercado laboral sobrepoblado, es fácil entender cómo para muchas familias en Chile la educación se convirtió en una pérdida de tiempo. Desde Chile Dual hemos visto numerosas veces que la formación parece ir por un carril mientras el mundo del trabajo va por otro. Esta desconexión es de naturaleza heteróclita y sus repercusiones afectan al estudiante, al profesor, a la familia y al mundo del trabajo. ¿Tiene sentido aún continuar con los currículums que hemos heredado de hace tanto tiempo, o deberíamos repensar la manera y lo que estamos enseñando?
No podemos seguirnos gastando en planes de corto alcance que se desdibujan cuando hay un cambio de mando en el gobierno o una emergencia, necesitamos estrategias que integren distintas áreas y que ataquen de lleno el sentido de la educación en el mundo de hoy, preparar personas para la vida, lo que incluye el trabajo, y abandonar la noción ochentera de que un título universitario o profesional es garante de alguna calidad. Hemos visto cómo integrar formación con el mundo de trabajo abre tremendas trayectorias de vida y acorta brechas entre distintos estamentos en una misma organización. Por eso es tan importante hacer un trabajo en conjunto y amarrar vínculos potentes que tienen todo el sentido cuando hablamos de un espacio común.